Les Grands Couturiers
Si hablamos del origen de la moda, hay que hablar de la Haute Couture. El primer couturier fue el inglés Charles Frederick Worth, que empezó a trabajar en París en 1858 para la corte de Napoleón III, creando prendas para su mujer Eugenia de Montijo. La mujeres de la burguesía francesa iban a los ateliers de los diseñadores para comprar exclusivos vestidos a medida que ninguna otra mujer podía tener: este concepto de unicidad del vestido es la base de la Haute Couture. En un primer momento los diseñadores presentaban sus creaciones en sus propios ateliers sobre maniquíes, y sólo más adelante couturiers como Paul Poiret, Coco Chanel y Cristóbal Balenciaga empezaron a organizar en sus showrooms, pequeños desfiles con modelos, a los cuales se invitaban a mujeres adineradas y también periodistas.
Para que se considere una Maison de Haute Couture, una firma tiene que respetar los parámetros establecidos por el Ministerio Francés de la Industria y de la Fédération Française de la Couture: los vestidos tienen que estar hechos a medida para cada una de las clientas, que tiene que poder probarlos personalmente. Las Maisons tienen que tener un laboratorio situado en París con no menos de veinte empleados trabajando full time, y presentar dos colecciones por año, obviamente en París. La Alta Costura está considerada aún hoy en día una moda exclusiva y de elite: sus vestidos están hechos totalmente a mano y hay un gran atención en cuanto al uso de los materiales y a las técnicas de producción. En un artículo del magazine de moda “T“del New York Times, el crítico de moda Alexander Fury explica que la Haute Couture existe porque representa aún el verdadero lujo: “Es el lujo de alguien que se hace cargo de un vestido, alguien que pasa sus días creando algo que no solamente hace parecer linda, sino que da una sensación de placer”.
Los vestidos de Haute Couture que desfilan sobre las pasarelas de hecho están confeccionados a medida para cada clienta que los encarga y están cocidos a mano con materiales preciosos. Se necesitan alrededor de 800 horas para producir un vestido de alta costura, en el cual trabajan hasta veinte personas. Las modistas especializadas en este sector, “les petite mains” como las llaman, hoy son casi 2.200 y solamente son fieles al diseñador para el que trabajan, quedando a su lado por muchísimos años. Muchas son las empresas que colaboran con las Maisons de alta costura en cuanto a la producción de materiales, aplicaciones, géneros especiales, etc. Hace unos diez años Chanel compró algunas para garantizarles uniformidad y supervivencia, siendo un sector cada vez más pequeño. Famosa es Lesage, especializada en bordados preciosos, Lemarie para las plumas, Massaro para los zapatos, Goossens que es un prestigioso orfebre, Desrues que realiza joyas para aplicar sobre los vestidos, y Guillet que realiza flores de genero.
Por su exclusividad, cantidad de horas de trabajo, preciosidad de los materiales, un vestido de Haute Couture suele tener un precio elevado y las clientas de este sector actualmente son solo 2.000 en todo el mundo, principalmente provenientes de China, Rusia y Medio Oriente. Babe Paley, icono de moda norte americana, Marella Agnelli, Nan Kemper, la texana Lynn Wyatt, Dodie Rosenkrans, Suzanne Sapertstein (la mujer que en aquel entonces gastaba más que todas en vestidos a medida) fueron solo alguna de la afortunadas que lucían modelos de Haute Couture.
Actualmente las casas que desfilan en París son Christian Dior, Chanel, Elie Saab, Maison Margiela, así como los italianos Atelier Versace, Valentino, Giambattista Valli y Armani Privé y los que eliminaron las líneas de prêt-à-porter para dedicarse exclusivamente a la Haute Couture como Jean Paul Gaultier y Viktor & Rolf. Pero si se habla de Alta Costura no se puede olvidar de nombrar a Yves Saint Laurent.